Clara Lucía Sorrentino sufre una malformación congénita extremadamente rara, órganos reproductivos internos duplicados, entre otras complicaciones médicas que marcaron su vida de dolor y abandono. Recientemente la 'influencer', nacida en Honduras y de 31 años, compartió su historia con TN.
Sorrentino ni siquiera tenía nombre cuando fue ingresada por primera vez a un hospital desnutrida y enferma, después de que las autoridades la separaran de su madre biológica. "Mi mamá no me cuidaba. Me rechazó desde que llegué al mundo", afirmó.
Posteriormente, la enviaron a un orfanato, donde pasó la mayor parte de su infancia entre médicos y quirófanos, en busca de un diagnóstico. "Miraban mi cuerpo y me decían que no iba a sobrevivir, que era un milagro que siguiera viva", aseguró Sorrentino, detallando que fue sometida a una colostomía desde bebé y tuvo que usar pañales hasta los 18 años.
Por mucho tiempo, vivió con una bolsa pegada al abdomen, mediante la cual eliminaba sus desechos, y aunque el dolor era constante, el diagnóstico no aparecía. "Me mordía el brazo o me arrancaba el pelo para soportar el dolor. Nadie me explicaba nada. Solo me decían que tenía que aguantar", recuerda.
Después de una larga espera, la diagnosis finalmente llegó: Sorrentino sufría de duplicación de órganos reproductivos internos. Nació con dos úteros, dos vaginas, dos cérvix, así como con complicaciones urinarias y digestivas severas. Además, tenía la vejiga malformada, fístulas y obstrucciones. "Era como si mi cuerpo estuviera dividido en dos. Y ninguno de los dos lados funcionaba del todo", explica.
La joven creció sintiendo vergüenza de su cuerpo e intentando esconderse. "Tenía miedo todo el tiempo de que descubrieran cómo era mi cuerpo […] Me odiaba cada vez que me miraba al espejo. No entendía por qué yo era así. No conocía a nadie como yo. Pensaba que estaba sola en el mundo", se sinceró. Y añadió: "Crecí sintiéndome un monstruo. Me decían que jamás iba a tener una vida normal".
Finalmente, gracias a una misionera estadounidense que conoció su historia, Sorrentino recibió una visa humanitaria para viajar a EE.UU. y operarse. Tras una cirugía de más de 11 horas, le reconstruyeron la vejiga usando parte de su intestino. Después de un exitoso proceso de recuperación, su existencia cambió por completo y empezó a llevar una vida normal y libre de dolor.
"Por primera vez pude usar ropa ajustada. Salir sin miedo. Sentarme sin que me doliera. Me sentí libre. También pude estudiar, tener amigas, enamorarme y empezar a contar mi historia. No me da vergüenza decir que tengo dos órganos reproductivos. Ya no me escondo. No soy un error. Soy una sobreviviente", aseguró la joven, que ahora usa sus redes sociales para compartir su trayectoria y motivar a los demás.