
Un hombre es obligado a tatuarse las iniciales de las personas que lo esclavizaron

Durante una década, un hombre de 32 años vivió en condiciones infrahumanas en Planura, una pequeña ciudad del estado brasileño de Minas Gerais.
No solo fue sometido a trabajo forzado, violencia física y abuso sexual, sino que también fue obligado a tatuarse en las costillas las iniciales de dos de sus agresores.
El caso fue revelado tras una denuncia anónima y una operación conjunta entre el Ministerio de Trabajo y Empleo (MTE) y la Policía Federal permitió liberarlo.

Durante la investigación, las autoridades también identificaron a una segunda víctima: una mujer de 29 años que sufrió abusos similares por parte del mismo grupo.
Según relató el inspector de Trabajo, Humberto Monteiro Camasmie a G1, la joven recibía entre 100 y 600 reales al mes (entre 19 y 115 dólares). Su situación empeoró el pasado mes de diciembre, cuando sufrió un derrame cerebral, posiblemente provocado por el estrés y la violencia a la que estaba sometida. Sus explotadores la abandonaron, pero logró regresar al sur del país con ayuda de amigos.
Indemnización millonaria
Los captores eran tres hombres que se hacían pasar por benefactores en redes sociales. Una vez ganada la confianza de sus víctimas, las mantenían encerradas, sin derechos laborales y con salarios irrisorios, en condiciones análogas a la esclavitud.

Los tres están en prisión por el delito de trata de personas con fines de explotación laboral en condiciones análogas a la esclavitud.
El MTE presentó una acción civil en la que solicita que indemnicen al hombre con 1,3 millones de reales (unos 255.000 dólares).
También exige una compensación de un millón de reales (unos 177.000 dólares) por daños morales individuales, y dos millones (unos 355.000 dólares) por daños morales colectivos, que serán destinados a obras sociales en la región donde ocurrieron los hechos.
"En términos generales, la indemnización por daño moral individual es una reparación que se devuelve directamente a la víctima, y la indemnización por daño moral colectivo se devuelve a la sociedad, siendo normalmente un recurso utilizado para realizar obras y mejoras en el lugar donde ocurrió el delito", explicó Camasmie.
Brasil reconoció oficialmente la existencia de esclavitud moderna hace más de 30 años ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Sin embargo, estas prácticas persisten en sectores como la agricultura, donde la vulnerabilidad social y económica facilita la explotación.